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¿Acaso podemos elegir nuestra aventura?

noviembre 28, 2020

Tu vida es normal, como un buen occidental. Mañana tienes que ir a trabajar y acabas de disfrutar de una cena ligera. Lees el último ensayo interesante de moda. No te deja una gran sensación. Te duchas, te lavas los dientes y te pones el pijama. Vas a la cama. Descansas. Tienes unos sueños desagradables, pero nada raro. Ocurrencias. Sientes algo cálido, pero lo ignoras, decides descansar todo lo que necesitas. El sol entra y te despiertas. Observas tu cama… no es la tuya ya. Ni es tu casa. Estás durmiendo con alguien, una pedrette de 44 años. Una charo del PSOE. Desde los dieciocho años nunca se ha salido del socialismo, ni en las circunstancias más tormentosas. Casualmente, es la biografía que deja constar en sus notas para el profano, en una cómoda. Sigues leyendo. Descubres que está divorciada y tiene dos hijos, uno de diez y otro de quince, cuyo padre apenas los ve.

Te levantas de la cama en silencio y no encuentras ropa de tu talla. La charo se mueve y se despierta. Te da los buenos días y le preguntas qué es esto, en dónde estás. Pues, hijo, va a ser en España, cómo no. ¿Pero qué es eso? ¿Por qué estaba ayer en mi casa y hoy en la tuya? ¿De qué me hablas, encanto? Estás turbado. ¿Dónde tengo mi ropa? ¿Ropa? Mira en el sofá, amor. ¿Por qué te gusto tanto? Jijijiji, estás apuesto, eres casi tan guapo como Pedro Sánchez. Los niños están durmiendo en su cuarto. Es vacaciones para ellos, pero tengo que trabajar. Verás, mujer, ¿cómo te llamabas?

¿Pero ya te has olvidado de mí, cariño? ¡Laura, soy Laura! ¿Trabajas? ¿Sí? Es verdad, me lo contaste anoche en el Luna Rossa y qué buena estaba la Cojonuda, la que amaba Pedro Sánchez. Qué caballero, ay, gracias por invitarme. ¿Ein? A ver, señora, ¿dónde está Deloitte? Es donde trabajo, me entiendes, ¿verdad? Oooh, sí, déjame buscarte, cariño. Eso es extranjero, ¿no? ¿Cómo se buscaba?

Copón santo. En una de las torres. ¿Me entiendes? Sí, cariño. Pues ya está, te vistes y te llevo en el Multipla allá. No está muy lejos de casa. Gracias al PSOE tenemos urbanismo sostenible y todo te pilla lejos. Cansado, le digo que sí. No lo sabía, pero he acabado en un mundo horroroso, sólo con normies de cada partido político. Son más simples que las brocas. Nunca piensan, sólo recitan consignas. No aguanto a esta jodida charo. ¿Qué cojones está pasando? – pienso para mis adentros. Llegamos. La charo se despide de mí con un pico. Me resisto, pero eso hace que me desee más. En fin, macho.

Jack Protagonist me espera en la entrada. Discúlpame, he tenido una mañana muy extraña, Jackie. Nada, tío, al menos estás puntual. ¡Subamos! Y, tío, ¿sabes algo? Resulta que lo sé todo, muchacho. Falleciste en tu sueño y amaneciste en este mundo todo lleno de NPC. Sus razonamientos se reducen a cosas simples como ir del punto A al B, dependientes de la tecnología que en ningún caso atisban de dónde ha salido. Para lo demás, como decidir la mejor política de transporte, son totalmente dependientes de lo que digan sus partidos. Y, sí, esto es el infierno. ¿No es lo que llamáis un lugar para sufrir tormentos? ¡Te sobrarán, muchacho!

No me jodas, ¿esto era el infierno? Mucho me temo, muchacho, que sí. Vas a estar toda la eternidad. Allá fuera, en Deloitte, se estarán preguntando por qué no viene. Llamadas perdidas de tus amigos y familiares. Unos días más tarde confirman tu deceso. Hay un pequeño funeral en tu oficina que es una mera anécdota. “Sí, era buen chico y trabajador”, esas tonterías. Fingirán echarte de menos, pero sabes que en cinco minutos todo tiene que volver a ser, a fluir por el Capitalismo. Aquí también lo hacemos, así que a picar Excels. No me jodas, ¿no hay manera de salir de esto y a volver a vivir mi vida, Jackie? Bueno, amigo, es difícil, pero se puede. ¿Cómo? Te lo cuento a la hora de comer. ¡Trabajemos!

El trabajo es absolutamente repetitivo y monótono. No ves la hora de yantar, pero sabes que tarde o temprano llegará. La inexorabilidad del tiempo es una bendición.

La hora de comer adviene y como se ha prometido, Jack Protagonist y el Andoba se sientan frente a frente. Ambos piden pimientos con bacalao de primero.

– ¿Sabes quién marcó gol en la Séptima?

– Mijatovic, hombre, jamás lo olvidaré. Pero a qué viene esto.

– Muchacho, es normal tu turbación, pero me alegra de que lo sepas perfectamente porque es la clave para volver a vivir.

– ¿Cómo?

– Cuando terminemos de trabajar, recuerda, tenemos horas extra ya que el proyecto es urgente entregarlo esta semana y vamos a tope, vamos juntos a Tetuán.

– ¿Para?

– Hombre, no va a ser para cazar jabalíes. ¡Es para visitar al Viejo de la Casa Blanca. Es un lugar totalmente discreto en una calle recóndita y olvidada. Llamas al timbre diciéndole “¡Hala Madrid!”. Un hombre con más años que un bosque se levanta, camina despacio y abre. Te contempla. Te toca, buscándote algún don. Te preguntará por lo que te he dicho del gol.

– Mijatovic, exacto.

– Exacto. Te dirá “entra”. Aunque es una casa normal, es la peña madridista número 58 Saturnino Regulán.

– ¿Y por qué allí justamente?

– Paciencia, muchacho. Te darán instrucciones para salir del Infierno. Escúchales en todo. Ni una palabra, ¿eh?

– ¡Vale!

– ¿Nos pedimos cabracho? Algo bueno tenía que tener el infierno. Comer sale gratis. Bueeeeno, claro, no nos morimos de hambre, jajajajajajaja.

– Gracias, pero prefiero el buey gallego de la carta.

– Como quieras. Pediré cabracho.

Comen excelentemente y saborean, olvidando por unos instantes en donde están.

Bueno, muchas gracias por todo, Jack y tus casi dos metros. A ti, Andoba, por asentarte. ¡Buena suerte con la tarde de Excel! ¡Y tú también! Luego te quiero preguntar algo, Jackie. ¡Vale, tengo curiosidad!

Trabajas duramente en esas columnas de Excel. Aunque han pasado eones de experiencia, no hay un instante de respiro ni posibilidad de mejora. ¿Qué son las pivot tables? ¿Qué? La incertidumbre es lo que queda y desasosiega. Hay que aspirar a por las wins. Las nueve de la noche y no se atisba el final. Todavía resiste una reducida legión. Hasta que el último se vaya… El atrevimiento se apodera de ti. Te largas. Te miran. Jack Protagonist, de alguna manera lo sabe, y te espera en el ascensor. Tío, ¿cómo es que estás en el infierno? Verás, hace tiempo, mucho tiempo, no sé cuándo, reté a Kane Zagrell. Lo recuerdo perfectamente. Le reté a la carrera de la gallina. ¿Sabes? Corréis ambos hasta el barranco. Aguantáis todo lo que podéis. El primero que se achanta pierde, pero te la juegas. Ambicionando la victoria puedes frenar de más y esto fue lo que me aconteció. Estábamos compitiendo duramente y observaba la meta tan cerca. Quise pegar un frenazo apuradísimo, tan apurado, que se me olvidó revisar los neumáticos. Reventaron al toparse con un pedrolo puntiagudo al borde del abismo y, claro, se fue por unos centímetros. El coche se desestabilizó rápido y me caí con todo el equipo. Me desperté repentinamente, como tú, pero con una perroflauta de IU en mi supuesta cama.

¡Jo, tu historia es la polla, Jackie! No, Andoba, no te creas. Es un triste culmen a una vida de constante medición de pollas, empezando por conseguir ser el que más follaba en el colegio. ¿Y qué? No conseguía una novia estable, mientras tenía muchas novias comiendo de mi mano y ambicionaba acostarme cada día con una distinta.

Vaya, Jackie, cacho pichabrava. Sí, muchacho, ¿y ahora a Tetuán? ¡Vamos! La carrera es muy rápida, todo lo contrario de la charo. Jack Protagonist tiene el mapa en su cabeza y su forma de tomar las curvas es arriesgada. No mentía con su deceso. En menos de diez minutos, apurando el último aparcamiento vivo en Tetuán y adelantándose a un Seat Panda, para consternación de su dueño, llegan.

– Vale, todo lo indicado. ¡Hala Madrid!

Espera. Llega el provecto Saturnino.

– ¡Hola, mozo! ¿Quién marcó el gol de la Séptima?

– Mijatovic.

– ¡Magnífico, eres madridista! Entra.

Entro en casa de la Peña Madridista 58. Nada indicaría que lo es más allá de una discreta decoración. Su esposa Rosa me pregunta qué quiero beber. Agua, por favor. No preferirías… un moscatel, ¿verdad? Se te ve cansado, has trabajado hasta la extenuación. ¡Pobres consultores! Me pellizca los mofletes. Bueno, me dice Saturnino, “¿a qué vienes, muchacho?”. Bueno, quiero salir del infierno. “¡Está chupado, mozo! Métete en la Simulación Virtual. Jugarás contra la Juventus”. Insisto en que no sé nada de fútbol, ay.

– ¡Da igual!

– Pero…

– ¡Métete! Sólo tienes una oportunidad para salir del Averno, tío. Y serás Mijatovic.

– Vale.

– Tranquilo, mozo. Sabes jugar al fútbol. Eres Pedja.

Me meto en una extraña simulación. Parecen los gráficos del Actua Soccer 3. Bueno, me llega la pelota de un rebote. No pienses, tío. La recojo e instintivamente esquivo a Peruzzi. El ángulo se me cierra y acabo con un tiro raso, peor que el gol original, pero entra. ¡Lo celebro! Y salgo repentinamente de la simulación. Saturnino me da la enhorabuena y de repente se convierte en un demonio, así como su esposa. Se ríen. Jack Protagonist se convierte en otro demonio y me envían al segundo círculo del infierno. “¡Hay una prueba para ti, Andoba!”, me dicen entre abundantes risas. Les pregunto dónde. “Mira en Más Madrid, que está por Simancas”.

Me arrojan a otro círculo del Infierno, el tercero, por la diversión, aunque todo es idéntico, la verdad. No tengo ninguna pista, más allá de ir a Más Madrid, que me supongo, es un partido político de éstos. Es el mismo mundo pero la gente es todavía peor. Todo funciona peor. No hay mapas, incluso. Pero Madrid es enorme. Me siento absolutamente perdido, desorientado, y son las diez de la noche. Hace frío. Recuerdo vagamente dónde está Simancas, al otro lado de la M30. Muy lejos. Corro penosamente, al menos tengo el mapa de Madrid en mente. Sé que tardaré en llegar. No ceso. No me rindo, aunque resoplo y sudo, mirando a todos lados. A las 1 de la madrugada me hallo ya en García Noblejas, sin vida a mi alrededor. Corro sin rumbo. Estará por ahí. Metro de Simancas, ¿verdad? Se me caen los párpados. Me duermo en la calle. Me usan como urinario.

Me despierto con la luz del sol. He dormido mal y estoy sucio. Pululo por la zona de Simancas, hasta que advierto un cartel. ¡Es Más Madrid! Entro y pregunto por la prueba. “Te estábamos esperando, Mozo. Todxs sabemos que quieres tu vida de vuelta. ¡Ganátela!”. La prueba, me entero, consiste en saber dibujar un ángulo de 90 grados. No es difícil. “Gracias, ya estás en el percentil 99 de inteligencia”, me dicen. ¿En serio tan mal está la cosa? –pregunto. “¡¡Ni te imaginas!!”. Te susurra al oído Él, Elohim, el mandamás de Más Madrid. “Eres una versión cibernética de Davor Suker. Debes eliminar a Francia y llevar a Croacia a su final del Mundial”. Te entregan un teclado, un PC de 1998 y una partida del Actua Soccer. Minuto 60. Vais 1 – 1, se han preocupado por la reproducción fiel.

Jugué al Actua hace muchos, muchos años. Vagamente sé jugar. Me han puesto en una dificultad media, son amables. Achico balones sin cesar. Llego a la prórroga. Me animo en ataque. Y un cansadísimo Sukerman hace su último desmarque y tira frente a Barthez para anotar. ¡¡Lo consigo!! Me abrazan en Más Madrid. Pero me advierten: “esto no es todo, chico”. ¿Y ahora qué? – pregunto cansado. “Entendemos tu turbación”, pero créenos, sólo queda una prueba más y ahora sí que sí, al cuarto círculo del infierno. “Joder, ¿en serio?”. ¡Nah, es coña! Y se ríen. La prueba consiste en caminar cincuenta kilómetros y comprobar que se ha salido uno de la Comunidad de Madrid. Me seguirán por GPS y cuando llegue a un pueblo manchego, habrá uno esperándome.

Uuuuuuf, venga, no tengo nada que perder. “Tómate el tiempo que necesites y discúlpanos por lo que te ha pasado, en Tetuán son cabrones de verdad y ya conocemos a Jack Protagonist… se lo ha montado con mi mujer y tiene mis supuestos hijos…”. Basta ya, no me cuentes tu vida, Adalberto. Ya sé que todo es una mierda, pero necesito caminar de una puñetera vez. “Va, perdón, ¡arre! Vas bien, sabes que por ahí, bajando por Institución Libre de Enseñanza, tiras para el sur”, remata el chico. Camino penosamente y una serie de pensamientos me asaltan. “¿Por qué todos adoran el Actua Soccer 3? ¿Por qué veo propaganda por todas partes? ¿Por qué veo pegatinas de la guisa “En esta casa se juega al Actua Soccer 3”? Hostia, “Campeonato Vicálvaro de Actua Soccer 3. Inscripción, 10 euros”.

Lo que no sabías es que incluso hay iglesias del Actua Soccer 3, con dos cismas principales, la versión sin modificar, tal y como estaría en 1998, y la versión modificada abundantemente. Los remakes en según qué círculos pueden conducirte a la Inquisición, que te juzgará y te asará a la brasa. La leyenda negra sobre la misma era cierta, pero… no era la Cruz, sino el Actua Soccer 3. Sigo caminando, cruzando campo. Cruzando secarrales. Estoy cansado. Mucho. Se me olvidó preguntar que para cuándo era. Asumamos que serán de dos a tres días, que en Ahora Madrid algunas matemáticas sabrán, así como extrapolación. Recibo un SMS en el Nokia que me metieron sin darme cuenta. “Tns 48h”. Vale, “tienes 48 horas”, bien. Corro alocadamente. Cada hora debe ser al menos cinco kilómetros. Venga, tú puedes, Cuerpo.

El sur de Madrid tiene paisajes marcianos en los que me pierdo en su belleza, pero sólo tengo una cosa en mente, avanzar. Avanti, avanti. Sé que si sigo caminando, llegaré a alguna dirección. En una cueva no muy lejos de Chinchón me acuesto, me duele todo el cuerpo. Mañana será. Me pongo a calcular mentalmente. Me quedan 36 horas, más o menos. Pero me he dormido abundantemente. El sol está alto, así que supongo que me quedarán como 25-26 horas. Me doy prisa. ¿Dónde está el sur? – pregunto a un anciano.

Señala en esta dirección. Gracias, quiero pisar Toledo. Me da también anís de Chinchón. Está bien bueno, así como queso de la zona. Con esto podré seguir tirando, que soy incorpóreo pero el estómago resuena y no tengo más que diez mil pesetas en la cartera que me deben durar más de una semana. Acelero mi paso, aunque esté cansado, y no me rindo. Deseo llegar como sea. Deseo dominar el secarral. Despejo arbustos. Sigo caminando, sigo, y es el atardecer. Estoy en una colina y veo un pueblo. Corro duro, no sé dónde estoy, aunque acaba de llegarme un SMS. “vs bn”, reza, así que lo interpreto como un “Vas bien”. Soy optimista de natural y eso me basta para meterle turbo a las piernas. El pueblo se me acerca. Antes de darme cuenta estoy caminando por sus calles, con lo cual una comitiva de bienvenida me saluda y me dicen que vaya a tal punto. Tendré una partida al Actua Soccer 3 para variar, joder. Me ceden el mando. Me explican la situación. Es la final del Mundial 1998 entre Francia y Brasil. Más fútbol, qué pereza. Venga, juego.

En la segunda parte me dirán a quién debo controlar, así que tomo precauciones y al descanso, 0 a 0. ¡No hagas nada! – me dicen. Un espectáculo de colores y fuegos artificiales transcurre ante mis ojos. Surge poco a poco un cartel que me dice a quién debo controlar. “BRASIL”. Cambio el mando y juego con los brazucas. Ronaldo está espléndido y no tardo mucho en marcar el primero, un desmarque a pase de Zé Roberto para matarla frente al guardavallas. Pero Zidane deviene en Dios y me clava un golazo de falta poco después. 1 a 1. Voy a por todas. Francia aguanta. Zidane pasa. Henry se desmarca y tira… ZAS, AL PALO. Vi mi final. Mi deceso definitivo. Y CORRO CON ROBERTO CARLOS, OÉ, OÉ, Y ZAMBOMBAZO A LA PUTA ESCUADRAAAAAAAA. GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL. MINUTO 82, BRASIL 2 – FRANCIA 1. VAMOS A REVALIDAR EL MUNDIAL, HOSTIA. Pillo a los gabachos en bragas. Ronaldo corre y corre. ¡Barthez! ¡Se va de él! No dudo, tiro. GOL. 3 a 1. EN EL 86. ESO ESTÁ GANADO, MAMONAS DEL AVERNO.

Jadeo. Pierdo por un rato la concentración y Zidane me clava un golazo desde 30 metros en el 88. Francia no para de atacar. Estoy desesperado. Hago una entrada de roja con Aldair. He lesionado a Henry de gravedad. A 33 metros. Zidane la tira. Contengo la respiración, ya estamos en tiempo de descuento. Qué bien tira el argelino… y qué grande Taffarel. Cómo se tira. Cómo saca la manopla para despejarla a córner, un pandemonium donde estarán todos. TODOS, hasta el meta calvorotas ése. Djorkaeff lo tira del copón. Desailly cabecea duro… Y CAFÚ LA DESPEJA DE UN PATADÓN. Me arrodillo levantando las manos. Brasil ha ganado el Mundial por 3 a 2. Me tiran confetti encima y me invitan justamente a mi alimento menos preferido, un pastel de cabracho.

Jack Protagonist aparece frente a mí. Me mira y me dice, serenamente, que me he ganado ser vivo. Que abandonaré el Inframundo hasta dentro, espera él, de muchos, muchos años. Te despiertas. Tienes que ir al trabajo. Ves ese ensayo intrascendente en tu mesilla. Lo quemas. Lo tiras por el balcón en llamas. Se queman unos árboles del colegio de enfrente. Coges las gafas de aviador y vas con chulería a tu trabajo, diciéndote que has sobrevivido al Inframundo y que será otro día más con tu mejor amigo, el Excel.